Nuestro Protocolo de Conservación

Máxima higiene para preservar la excelencia

Cuando hablamos de trufa, es importante recordar que nos referimos a un hongo altamente delicado y apreciado, tanto por su aroma inconfundible como por su alto valor gastronómico. Debido a su naturaleza orgánica y perecedera, la trufa requiere un cuidado muy específico para garantizar su correcta conservación y preservar al máximo su frescura, textura y propiedades organolépticas. No es simplemente un ingrediente, sino un producto vivo que demanda atención y respeto desde el momento en que se extrae de la tierra. 

En Trufalba, entendemos esta realidad y por ello seguimos un protocolo riguroso que hemos perfeccionado con el tiempo, el cual se fundamenta en tres pilares esenciales: limpieza, tratamiento y envasado. Cada una de estas etapas se lleva a cabo con sumo cuidado y precisión, asegurando que la trufa llegue al consumidor final en condiciones óptimas.

Todo este proceso está guiado por una premisa que consideramos fundamental e innegociable: la higiene. Solo manteniendo los más altos estándares de limpieza e inocuidad alimentaria podemos garantizar que cada trufa que entregamos conserve su autenticidad, sabor y valor como una joya de la gastronomía.

Iniciamos el proceso con un lavado minucioso para eliminar todos los restos de tierra adheridos a la superficie rugosa de la trufa. Posteriormente, la sumergimos en una cubeta de ultrasonido durante 5 minutos, lo que permite desprender incluso las partículas más pequeñas incrustadas en los surcos naturales del hongo.
Una vez escurrida, la trufa se sumerge durante 10 minutos en una solución de agua y etanol al 60%, lo que reduce de forma efectiva la carga microbiana y prolonga su vida útil. Tras este tratamiento, se deja reposar nuevamente para asegurar su correcta ventilación.
Para garantizar una limpieza absoluta, realizamos una segunda inmersión en la cubeta de ultrasonido. Después, secamos cuidadosamente cada pieza, sin frotar su superficie, respetando su textura natural.
Cada trufa es inspeccionada con una lámpara con lupa de aumento, lo que nos permite detectar cualquier posible impureza o imperfección. Además, verificamos su peso exacto con una báscula de precisión, asegurando así la transparencia en cada envío.
Finalmente, introducimos cada trufa en su envase al vacío, acompañado de una bolsita desecante que ayuda a mantener sus propiedades organolépticas durante más tiempo.
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