Nuestro Protocolo de Conservación
Máxima higiene para preservar la excelencia
Cuando hablamos de trufa, es importante recordar que nos referimos a un hongo altamente delicado y apreciado, tanto por su aroma inconfundible como por su alto valor gastronómico. Debido a su naturaleza orgánica y perecedera, la trufa requiere un cuidado muy específico para garantizar su correcta conservación y preservar al máximo su frescura, textura y propiedades organolépticas. No es simplemente un ingrediente, sino un producto vivo que demanda atención y respeto desde el momento en que se extrae de la tierra.
En Trufalba, entendemos esta realidad y por ello seguimos un protocolo riguroso que hemos perfeccionado con el tiempo, el cual se fundamenta en tres pilares esenciales: limpieza, tratamiento y envasado. Cada una de estas etapas se lleva a cabo con sumo cuidado y precisión, asegurando que la trufa llegue al consumidor final en condiciones óptimas.
Todo este proceso está guiado por una premisa que consideramos fundamental e innegociable: la higiene. Solo manteniendo los más altos estándares de limpieza e inocuidad alimentaria podemos garantizar que cada trufa que entregamos conserve su autenticidad, sabor y valor como una joya de la gastronomía.